La pasada noche me apeteció comida basura. Cuatro euros de hamburguesa, patatas y nugets.
Me explicaré; En épocas de crisis, principios de los noventa, no hace tanto y en realidad hace un huevo de tiempo, en
En los años posteriores la plantilla de las diversas sucursales, la de mayor de Gracia por ejemplo, estaba compuesta por universitarios caucásicos y con caras de empollones. Refrán Yemenita: Cuando el nerd de la clase te sirva la hamburguesa guarda el dinero bajo el colchón, y pon un candado en la alacena.
En cambio, a principios de esta década, podías ver que todos los empleados, del MC de paseo de Gracia por mencionar uno, eran más bien morenitos, rasgos indianos y acento grueso y marcado. No uno ni dos, todos. Eso, según el refranero Yemenita, es un indicativo inequívoco de bonanza económica. Ellos, los yemenitas o yemeníes, lo dicen así; si el que te sirve la royal de luxe está moreno en invierno o te habla de vos, comparte tus riquezas, pues soplan vientos de prosperidad.
La otra noche el recuento era favorable al equipo visitante pero no lo suficiente como para tirar cohetes o petarditos: ocho en total, tres para el orgullo patrio y cinco para las colonias.
¿Tendría que informar al ministro Solbes de nuestra situación? Hace dos telediarios le oí decir que en España se ataban los perros con longanizas y no sé yo. Cuando la cola se acabo me atendió una chica rubia, de pelo rizado, con dos piercings en el labio y uno en la mejilla, y con un acento inconfundible de las colinas de Montigala, y el valle del Besos. La verdad es que le hubiese echado un polvo, hasta que recordé el refranero Yemenita y un escalofrió cruzo mi espinazo;
“Si la mujer que trae el Mac Pollo está para que le coman el bollo, haz las maletas y vuela como el grajo, pues si el PIB está bajo hará un frío del carajo”
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